martes, agosto 29, 2006

Vacilaciones de una izquierda adormecida

Leí por segunda vez Una vuelta de tuerca de Henry James, y nada, che, no le encontré la diversión. Por ahí Diego me dijo que la gracia de la cosa era la ambigüedad y lo que no se decía. Um. Fui a la wikipedia, y debo confesar que nunca se me hubiera ocurrido que la muchacha estuviera paranoica o neurosis similar. Debe decir algo sobre mí, aunque la explicación más racional es que nunca se me pasó por la cabeza vista su precisa descripción de Quint. Igual, la (casi) tercera leída me mostro que la ambigüedad de todo el libro es fantástica. Parece que leer también es sudor. De todos modos, como experimento literario muy lindo, pero como libro... no, che. No me llegó. Qué voy a hacer. No me llegó. No meto citas porque ya lo reingresé a la biblioteca. Paréntesis: la edición era espantosa, tal vez la traducción también.

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Los adjetivos son una cosa que los escritores tiende a sobreutilizar. Las palabras raras también.

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Dice Tomás que tengo que darle otra oportunidad a Revolver. Lo intentaré.

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Dejen de leer esta porquería, y vayan al kiosco de la esquina y compren Le Monde Diplomatique. En la página 52, hay una nota de un señor Jean Bricmont (señor del cual me pongo ya a buscar su libro Imposturas Intelectuales, Paidós, Barcelona 1999), que se intitula "Vacilaciones de una izquierda adormecida" y que es una belleza.


Una buena ilustración de esta debilidad de la izquirda es la ideología del "ni-ni", que ha dominado las tímidas protestas en contra de los conflictos recientes: ni Milosevic ni la OTAN, ni Bush ni Saddam; o aun, ni Olmert (o Sharon) ni Hamas. Hay en esto varias falsas simetrías. En primer lugar, en todas esas guerras hay un agresor y un agredido. Poner a ambos en el mismo plano es haber abandonado toda noción de soberanía nacional.

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