martes, diciembre 18, 2007

Existencia y esencia

Prometo un post sobre existencia y esencia y, por supuesto, no tengo con qué llenarlo. Al menos me sirve para barruntar que como lector soy un desastre en algún sentido, aunque no en el que me interesa. Sé que leo a Sartre y mucho no entiendo qué dice, sino que me gusta cómo lo dice. Por ejemplo:

"[...] Aun mantuve, durante varios años, relaciones públicas con el Todopoderoso, pero en privado dejé de visitarle. Sólo una vez tuve el sentimiento de que existía. Había jugado con unos fósforos y quemado una alfombrita. Estaba tratando de arreglar mi destrozo cuando, de pronto, Dios me vio, sentí Su mirada en el interior de mi cabeza y en las manos; estuvo dando vueltas por el cuarto de baño, horriblemente visible, como un blanco vivo. Me salvó la indignación; me puse furioso contra tan grosera indiscreción, blasfemé, murmuré como el abuelo: "Maldito Dios, maldito Dios, maldito Dios". No me volvió a mirar nunca más.

Acabo de contar la historia de una vocación fallida: necesitaba a Dios, me lo dieron, pero lo recibí sin comprender lo que buscaba. Al no poder echar raíces en mi corazón, vegetó en mí durante algún tiempo y después se murió. Hoy, cuando me hablan de Él, digo con la diversión sin pena de un viejo enamorado que se encuentra con su vieja enamorada: "Hace cincuenta años, sin ese malentendido, sin esa equivocación, sin ese accidente que nos separó, podría haber habido algo entre nosotros"

(Jean-Paul Sartre, Las palabras)

Por eso no puedo explicar por qué sé que la existencia precede a la esencia, aunque lo sé seguramente, hace mucho tiempo. Pero ensayo: no hay nada, no hay trascendencia, lo que hay es lo que tenemos. Si hay más allá, bueno, ya nos enteraremos. Pero no hay óptimo previo, no hay nirvana que venga de atrás. Hay sólo lo que tenemos, la existencia. Buscar la esencia, en fin, es buscar frustración. Como buscar un límite matemático pensando que algún día llegará. No, no es conformismo, eso. Es otra cosa. Es saber que la existencia precede a la esencia, y que la inventa.

Es una cosa muy sencilla. Me llegó de Sartre, andá a saber cómo puta hizo, y andá a saber si lo "entendí" bien. No me importa demasiado. Por el mismo argumento, ¿se entiende?

domingo, diciembre 09, 2007

Nadie muere aquí

No es la casualidad lo que impulsa a gente como nosotros hasta París. París es simplemente un escenario artificial, un escenario giratorio que permite al espectador contemplar todas las fases del conflicto. Por sí mismo, París no inicia dramas. Comienzan en otro lugar. París es simplemente un instrumento obstétrico que arranca el embrión vivo de la matriz y lo coloca en la incubadora. París es la cuna de los nacimientos artificiacles. Cada cual, meciéndose aquí en la cuna, vuelve a su tierra: sueña uno que vuelve a Berlín, Nueva York, Chicago, Viena, Minsk. Viena nunca es más Viena que en París. Todo se alza hasta la apoteosis. La cuna entrega sus niños y otros ocupan sus lugares. Aquí se puede leer en las paredes dónde vivieron Zola y Balzac y Dante y Strindberg y todos los que alguna vez fueron algo. Todo el mundo ha vivido aquí en un momento o en otro. Nadie muere aquí.

(Henry Miller - Trópico de Cáncer)