domingo, octubre 17, 2010

Memorables notas al pie

Algunas lecturas y visiones últimas, como para poner de nota al pie en mi visita a París (que está más cosmopolita que nunca, más en crisis que nunca y repleta hasta la náusea de turistas, dios, o seré yo, no sé). Como dice Lola "Nunca jamás volveré a visitar la Sainte Chapelle". La casa de mis (increíble, casi que inaceptablemente amables) anfitriones está llena de libros y los viajes en tren eran para mí diariamente bastante largos y solitarios, así que no tuve más remedio que leer.

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Encontrarse a la vuelta con Charlie y Lola en Televisión Nacional Uruguay es una encantadora sorpresa. Lo que transmiten ambos hermanos (casi esbozados con unos pocos trazos) hace pensar en maestría. Lo que transmiten ellos y sus amigos, y el inefable Soren Lorensen. Busqué en Internet, y están basados (no podía ser de otra manera, pensándolo un poco) en unos libros de una señora que se llama Lauren Child, y que creo que voy a comprar, aunque sólo se consigan en inglés. Para muestra, un libro de actividades se llama I Absolutely Must Do Coloring Now or Painting or Drawing. Bien de Lola. Recomendado para niños y recomendado para los que afanosamente buscan saber qué hay en una obra maestra.

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Me prometí en Paris que de aquí a fin de año mis lecturas literarias (minga de redundancia) iban a ser (nuevamente) "El péndulo de Focault" y (contagiado por mi agradabilísima estadía en la casa de mi amigo jahey) Onetti, bastante Onetti. Eco se divierte muchísimo con el péndulo y me divierte bastante. De la primera lectura, recuerdo la impresión de sobrecarga de información (aun teniendo claro que era la idea), vamos a ver cómo es la segunda. Me temo, sí, que la traducción que tengo no es la mejor. Onetti (de quien hasta ahora sólo había leído "Cuándo entonces", que me había gustado muchísimo y que creo que debe estar comentada por ahí y la prolija Los adioses), con El pozo me sorprendió con el clima opresivo que me hizo acordar rápidamente a Dostoyevski y un poco a Sartre, pero no me terminó de convencer. En cambio las pocas páginas de El astillero que llevo leídas, son asombrosamente equilibradas, y un ejemplo de precisión en la ejecución. Como dice todo el mundo (incluso marito vargas, que en su vuelta a Princeton después del Nobel dio una charla sobre Carpentier y otra sobre Onetti), un genio.

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Por fin leí La caída, del amigo Camus. Debo decirlo con dolor: no me gustó demasiado, y eso no quita que sea magnífico. Esperaba literatura y encontré casi un ensayo, un ensayo brillante, original, violento.

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Por fin leí A puerta cerrada, del amigo Sartre, en paquete con La puta respetuosa. Supongo que en el primero me pasé buscando el infierno son los demás, por lo que voy a volver a leerlo, como se hace con los museos. El segundo es terrible, uno se dobla tranquilamente en la impotencia.

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Para variar, leí un par de cuentos (mini novelas, no sé), de un autor uruguayo: Damián González Bertolino. Me gustaron ambos, aunque mucho más la prosa del segundo (Threesome) que es tersa y hace avanzar la historia sin los saltitos del primero, tarea harto difícil.

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Discusión de Borges es una especie de compendio de observaciones agudas sobre la literatura y los escritores, junto con algunas disquisiciones medio menores sobre el tiempo y algunas paradojas (menores pero, por supuesto, escritas en la prosa perfecta de Borges). Borges en El Hogar es Borges casi casi que escribiendo en broma, digamos que en tono de blog. Lo poco que leí, bah, porque ahí me vine.

viernes, octubre 15, 2010

Algo distinguido

El Martín Fierro está redactado en un español de entonación gauchesca y no nos deja olvidar durante mucho tiempo que es un gaucho el que canta; abunda en comparaciones tomadas de la vida pastoril; sin embargo, hay un pasaje famoso en que el autor olvida esta preocupación de color local y escribe en un español general, y no habla de temas vernáculos, sino de grandes temas abstractos, del tiempo, del espacio, del mar, de la noche. Me refiero a la payada entre Martín Fierro y el Moreno, que ocupa el fin de la segunda parte. Es como si el mismo Hernández hubiera querido indicar la diferencia entre su poesía gauchesca y la genuina poesía de los gauchos. Cuando esos dos gauchos, Fierro y el Moreno, se ponen a cantar, olvidan toda afectación gauchesca y abordan temas filosóficos. He podido comprobar lo mismo oyendo a payadores de las orillas; éstos rehuyen el versificar en orillero o lunfardo y tratan de expresarse con corrección. Desde luego fracasan, pero su propósito es hacer de la poesía algo alto; algo distinguido, podríamos decir con una sonrisa.

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Séame permitida aquí una confidencia, una mínima confidencia. Durante muchos años, en libros ahora felizmente olvidados, traté de redactar el sabor, la esencia de los barrios extremos de Buenos Aires; naturalmente abundé en palabras locales, no prescindí de palabras como cuchilleros, milonga, tapia y otras, y escribí así aquellos olvidables y olvidados libros; luego, hará un año, escribí una historia que se llama "La muerte y la brújula" que es una suerte de pesadilla, una pesadilla en que figuran elementos de Buenos Aires deformados por el horror de la pesadilla; pienso allí en el Paseo Colón y lo llamo Rue de Toulon, pienso en las quintas de Adrogué y las llamo Triste-le-Roy; publicada esta historia, mis amigos me dijeron que al fin habían encontrado en lo que yo escribía el sabor de las afueras de Buenos Aires. Precisamente porque no me había propuesto encontrar ese sabor, porque me había abandonado al sueño, pude lograr, al cabo de tantos años, lo que antes busqué en vano

(Jorge Luis Borges - El escritor argentino y la tradición)

viernes, octubre 08, 2010

A big big love

Los Pixies estuvieron en Montevideo y la rompieron.

La discusión sobre cómo sonó es estéril (creo que sonó más bien que mal, pero digo que es estéril). La estética y la actitud Pixies estuvieron en el Teatro de Verano y probablemente para algunos de los que estábmos ahí lo que vimos sea el espectáculo que querríamos ver ad infinitum si nos tocara ir al cielo o al infierno.

Escuché a dos personas bien diferentes preguntarse lo mismo: ¿y ahora qué?

Miralo a Marito.

Por supuesto, lo primero que hice al enterarme fue mandarle un mensaje a mi madre:

Miralo a Marito. Un viejo amigo de la infancia

Si no me equivoco, la última vez que leí a Mario Vargas Llosa fue antes de cumplir veinte años, y, si no me equivoco, lo que leí era La ciudad y los perros, desde entonces presente como una de las mejores novelas que haya leído. Por supuesto, me equivoco: Pantaleón y las visitadoras y un intento fallido de terminar La fiesta del chivo en una lectura de fin de semana (puedo recordar con bastante precisión lo que leí, cosa rara en mí), son bastante posteriores, pero para mí marito vargas llosa es el de la ciudad y los perros, o Pichula Cuellar, y ahí está. Tanto, que no tengo en mi biblioteca ni una sola de sus novelas: en esa época no compraba libros.

Por el no me sorprendieron tanto los militares, políticos, gobernantes, ricos, pobres y adolescentes

Mi madre acierta en la respuesta, aunque seguramente con más conocimiento que yo, porque a mí me falta lo que según ella es su mejor novela, Conversación en La Catedral, que, por razones que se me escapan, nunca leí.

Que le hayan dado el Nobel me saca una duda: siempre me pareció un excelente escritor, y siempre lo preferí a García Márquez, pero no parecía una opinión con mucho eco. Respeto mucho al Nobel de Literatura: no recuerdo uno de sus ganadores que me haya decepcionado (en lo que puedo opinar: la prosa), más bien lo contrario. Así que bueno, todos empezarán a hablar de marito, y a mí me va a poner contento. Y a mi madre también.

domingo, octubre 03, 2010

Let the wind speak

Desde años atrás yo había sabido que era necesario meter en la misma bolsa a los católicos, los freudianos, los marxistas y los patriotas. Quiero decir: a cualquiera que tuviese fe, no importa en qué cosa; a cualquiera que opine, sepa o actúe repitiendo pensamientos aprendidos o heredados. Un hombre con fe es más peligroso que una bestia con hambre. La fe los obliga a la acción, a la injusticia, al mal; es bueno escucharlos asintiendo, medir en silencio cauteloso y cortés la intensidad de sus lepras y darles siempre la razón. Y la fe puede ser puesta y atizada en lo más desdeñable y subjetivo. En la turnante mujer amada, en un perro, en un equipo de fútbol, en un número de ruleta, en la vocación de toda una vida.

(Juan Carlos Onetti - Dejemos hablar al viento)

I have tried to write Paradise

Do not move
let the wind speak
that is paradise

Let the Gods forgive what I
have made
Let those I love try to forgive
what I have made.


(Ezra Pound, Canto 120)

Los adioses

Y acaso, según se me ocurrió después, no estuviera haciendo aquello -la sonrisa, la indolencia, el descaro- solamente para facilitar mi odio, mi comodidad, mi regreso a la resignación; acaso buscara también paralizar mi lástima en el contiguo futuro, en la hora de la derrota que yo había profetizado o en la de la otra, definitiva, lejana, más allá del orgullo, y que ella estaba atribuyendo, como una fatalidad, a su vida.

-Vivir aquí es como si el tiempo no pasara, como si pasara sin poder tocarme, como si me tocara sin cambiarme -estaba mintiendo yo cuando llegó el ómnibus.


(Juan Carlos Onetti, Los Adioses)