martes, julio 26, 2005

¿Literatura o filosofía?

Tiene el ademán vivo y apoyado, algo demasiado preciso, un poco demasiado rápido, se acerca a los clientes, con paso algo vivo, se inclina con demasiada prisa, su voz, sus ojos, expresan un interés demasiado solícito por el pedido del cliente; finalmente, hele aquí que ya vuelve, tratando de imitar con su paso el rigor inflexible de no se sabe qué autómata, llevando su bandeja con una especie de temeridad de funámbulo, poniéndola en un equilibrio perpetuamente inestable y perpetuamente roto, que restablece perpetuamente con un ligero movimiento del brazo y de la mano. Juega, se divierte. Pero ¿a qué juega? No es necesario observarlo mucho tiempo para darse cuenta: juega a ser mozo de café

escrito en la arena (fragmento)

tal vez para rodia no tenga cinco estrellas, ¿pero quién dijo que todo lo que uno lee debe tenerlas?

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Así está nuestro corazón
lealmente entregado,
fraternalmente a lo fugaz,
a la vida, lo que mana,
no a lo que, sólido, posee duración.
Pronto lo permanente nos fatiga, joyas
roca y mundo estrellado,
a nosotros, en el eterno cambio a la deriva
almas de viento y pompas de jabón,
al tiempo unidos, y fugaces,
a quienes el rocío de una hoja rosa,
a quienes el cortejo de las nubes,
el brillo de la nieve, el arco iris,
la mariposa que voló, nosotros,
a quienes el sonido de una risa
que al pasar nos rozara
nos parece una fiesta
o nos causa dolor. Amamos todo aquello
que nos es semejante, y entendemos
lo que el viento escribe en la arena.