jueves, marzo 09, 2006

Líber Falco

Una anécdota sobre este poeta uruguayo que es probablemente el poeta más uruguayo que hay. Del libro "Líber Falco" de Mario Arregui, libro del que tengo dos copias, por vueltas de la vida, y que leí por primera vez cuando iba al liceo.


Una vez Falco se apropió indebidamente de una estilográfica. Fue un robo curioso. Reconstruyo así lo que pasó:

Caminaba una tarde rumbo a su casa. Llevaba en la mano un diario. Lo había enrollado y lo llevaba poco menos que como quien lleva un estandarte; o mejor, como suelen llevar el cirio esos monaguillos boquiabiertos que mi lector habrá visto si alguna vez se detuvo a mirar una procesión. [...]

En cierta esquina dobló un señor apresurado. La prisa de éste y el ensimismamiento del otro produjeron el choque, y el diario estandarte o cirio del poeta lanceó al señor en el corazón, o en el bolsillo que va encima del corazón.

-Perdone -murmuró Faclo, atribuyéndose toda la culpa... de la que tenía solamente, las tres cuartas partes.
-Mire por dónde va -gruñó el señor.

Siguieron en sentido contrario, lento el uno, presuroso el otro.

Una hora más tarde llegó Falco a su casa. Aprontó el mate y se dispuso a leer el diario -a hojearlo, digamos con más propiedad, porque de los diarios no debe haber leído, lo que se llama leer, nada más que las columnas que le tocó corregir-. ¡Oh! ¡Una estilográfica enganchada en la punta del diario!... Días después la mostraba todavía con una sonrisa asombrada. Y explicaba y volvía a explicar cómo la había obtenido; lo explicaba con tantas reiteraciones que era fácil advertir que no podía relegar del todo la idea de haber cometido un delito.

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