sábado, febrero 28, 2009

Verosimilitud

Santos: - Puede parecer inverosímil
Ravenna: - Si está bien hecho, no

(Los simuladores - Capítulo 11, primera temporada: "El colaborador foráneo")

Soy un admirador irrestricto, maravillado (ya que estoy) de Los simuladores. Ayer descubrí (viendo la reposición, por suerte, por verano) que el diálogo que empieza esto (más allá de la redundancia, supongo imprevista, aunque no podría asegurarlo) explica bastante bien la gracia de la serie: la ficción en la ficción, siendo la primera menos verosímil que la segunda, pero no mucho. Más que las constantes referencias al cine y a la literatura, más que el humor (que a veces creo que llega a lo memorable). Llegan al increíble logro de suspender la realidad dos veces, a pesar de lo burdo de ambas ficciones. Nadie cree en lo que está viendo, pero un poquito sí. Como en esas películas de Bruce Lee donde se ven los piolines. Mejor, como en Kill Bill, donde los piolines se ven a propósito, homenaje o no, andá a saber. Hasta el manejo preciso de la sobreactuación (no son Los simuladores tan buenos actores como los que encarnan a Los simuladores, que tampoco son tan buenos, digámoslo) juega a favor. Leía una vez que Szifrón exige a los actores un respeto religioso a los diálogos, como Gasalla, como Zitarrosa.

La segunda temporada es bastante menos que la primera, curiosamente porque se tiñe a veces de un afán de verosimilitud. Ya no sólo hay ficción en la ficción, sino ficción nomás, y ahí la receta se queda un poco (aunque no es poco, aunque es mejor, mucho mejor que muchos). Curiosamente, en esta segunda temporada está (para mi gusto) el mejor capítulo, aquel en el que engañan al FBI. Sólo a quien se ha convertido a esta religión puede parecerle este capítulo algo menos que un reverendo disparate que merece abandonar su iba a decir lectura al ratito de entrar en la trama.

Como toda crítica, esta crítica es mucho menos que lo criticado, y quedan muchas aristas que ahora se me ocurren, como la construcción casi esquemática de los personajes, o el manejo de los leitmotivs. Los simuladores tienen bastante para explicar cómo surge un objeto de culto.

En esta noche amarga, cansada, me gusta pensar en Los Simuladores como una suspensión de la realidad, para quedarme en un universo óptimo. Como hacen los buenos libros.

Addendum, dos minutos después: no toda crítica es menos que lo criticado. Es bravo escapar de los lugares comunes,¿no?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Rodia Raskolnikov? ¿Será posible? ¿En internet?

Comparto su visión de Los Simuladores y me ha gustado su artículo. Es una serie muy buena. Qué pena que no la sigan emitiendo (hablo de la argentina, de la española vi muy poco).

"Nadie cree en lo que está viendo, pero un poquito sí" -- eso mismo.

Perdone esta entrada sin pedir permiso... ya estará usted acostumbrado.

Con respecto a su ubicación. No pude con mi curiosidad y terminé recurriendo nuevamente al padrón municipal para encontrarlo. Es que usted se mete en cada sitio...

Rasumikhin

Rodia dijo...

Rasumikhin siempre me cayó simpático. Mucho más simpático que Rodia que, digamosló, es bastante idiota.

Anónimo dijo...

jeje, Rodia es odioso. Rasumikhin a mí también me cae bien pero es un loro. Otro que me cae bien es el que aloja a Piotr

Circe dijo...

a mi me cae bien dostoyevski