miércoles, febrero 29, 2012

Pecado

Seguro. Porque a vos se te ocurre, yo tengo que escribir. Yo tengo que escribir para ahuyentar tus nieblas. A la una de la mañana. A mí que me importan tus cuitas, belinún. Bueno, ta, no me hago responsable, estas no son palabras que busquen salir, sino una apretada de cogote, como El idiota (no seas ídem, no me vengas con comentarios obvios, el amigo Fiodor era un alma que lo único que podía que sabía era escribir).

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Se despierta sintiéndose abandonado. La tibieza de la mañana en ese barrio de París no lo consuela. El resto de la casa ya se fue, a buscar su primavera o a sobrevivir el invierno. Un martes de enero en la ciudad desierta y repleta no enamora a nadie lejos de Nuestra Señora de París o de la isla. Sonríe con tristeza pensando en tanta poesía perdida, en tanto amor con minúsculas. Piensa como siempre en su pecado imperdonable, la Soberbia, y sonríe nuevamente con tristeza, esta vez con lástima por él mismo. Sabe que ese día será uno más, igual que todos, y mientras se levanta y levanta las cortinas, con el recuerdo de aquellos únicos días en los que sucedió un milagro, diminuto, imperceptible, se descubre rogando por un encuentro improbable, mágico, inquietante.

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Todo muy previsible, mon ami, París, la Soberbia, la Esperanza. No me vengas con aplausos, deberías leer más.

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Odia a los escépticos. Famélicos viajantes, reductores de cabezas. Sombras apelando a recursos demasiado gastados, elucubrando casi al azar sobre cualquier cosa con la ceja derecha levantada, sintiéndose distintos, previsibles.

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Mejor, mejor. Algunos adjetivos bien situados; no mucho más, sin embargo. Puedo recomendarte algunas obras que dicen mil veces mejor lo que decís. Siga participando.

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No puede avanzar más de una o dos oraciones cuando encuentra una alegoría, o solamente cuando puede ver los piolines de la marioneta. No cree en los textos que admiten la más mínima explicación, la menor referencia. Los cierra de inmediato, aburrido, molesto.
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Deberías intentarlo más seguido, pulir más las ideas, pero ya sabemos que no es posible. La sola idea de ajustar te parece un insulto, un desvío. Así no vas a llegar lejos.
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Suerte con tus oscuridades, me voy a dormir.

5 comentarios:

Javier Couto dijo...

¿Lo escribiste en casa, jumper? Contá. La parte de los escépticos me pareció muy buena, un poco por encima de la primera. Posteá más, no seas amarrete.

Rodia dijo...

No, no lo escribí ahí (nunca hubiera pasado la barrera de la calidad) ni corresponde a nada (de hecho, creo que no tiene contenido, y por eso se queda ahí, chauchona, como bien acota el comentarista) pero, como en un sueño, el escenario es exactamente el apartamento (el nuevo en particular), y la ventana sí es la ventana. Y hasta me parece ver la calle que lleva a la iglesia. ¡Ah, traidora, de vez en cuando te recuerdo, qué ciudad más rencorosa que sos!

Zeta dijo...

Qué bueno que se esté despertando rodia, y vuelva a escribir en sueños.

Javier Couto dijo...

Vos decís el viejo, el de Emile Dubois...

Rodia dijo...

El viejo es el de Glacière, chabón.