¡Con qué pasos lentos entré en esta casa vacía, de la que han desaparecido todos los ecos, donde el ruido de las suelas sobre los tablones es seco y apagado! ¡Cómo eché de menos que estuvieras aquí, para abrazarme, para reconfortarme! Empiezo a entender el verdadero significado del abrazo. Abrazamos para que nos abracen. Abrazamos a nuestros hijos para ser rodeados por los brazos del futuro, para llevarnos a nosotros mismos más allá de la muerte, para ser transportados. Así era cuando yo te abrazaba, siempre. Tenemos hijos para que nos cuiden ellos a nosotros. Verdades domésticas, la verdad de una madre: desde ahora hasta el final es lo único que vas a oír de mí. Así pues:¡cómo te he echado de menos! Cómo he echado de menos el poder subir las escaleras contigo, el pasarte los dedos por el pelo y susurrarte en el oído tal como hacía en las mañanas de la escuela: "¡Hora de levantarse!". Y luego, cuando te dabas la vuelta, con el cuerpo caliente y el aliento oliendo a leche, tomarte en brazos en lo que llamábamos "darle un abrazo bien grande a mamá", el significado secreto de lo cual, el significado nunca dicho, era que mamá no tenía que estar triste porque no iba a morirse sino que seguiría viviendo en ti
(J.M.Coetzee - La edad de hierro)
lunes, junio 07, 2010
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