sábado, febrero 04, 2006

Jorge Luis Borges

Mientras cuido a Valentina, leo algún cuento de Borges. Un placer, siempre. De su "Nueva Antología Personal" que tengo en la biblioteca, puedo elegir casi al azar un cuento para saber que es bueno. El Inmortal, por ejemplo:


Entonces, con mansa admiración, como si descubriera una cosa perdida y olvidada hace mucho tiempo, Argos balbuceó estas palabras: Argos, perro de Ulises. Y después, también sin mirarme: Este perro tirado en el estiércol.

Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real. Le pregunté qué sabía de la Odisea. La práctica del griego le era penosa; tuve que repetir la pregunta.

Muy poco, dijo. Menos que el rapsoda más pobre. Ya habrán pasado mil cien años desde que la inventé."

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