lunes, enero 29, 2007

Tres uruguayos

Espero que algún musico sepa definir esto bien, pero yo cumplo con decir que me marcaron y comprobé con regocijo, que la última sílaba de la última estrofa de El chueco Maciel termina diferente que las demás, que son todas para abajo y esta es para arriba (musicalmente hablo): hemos de venceeer, y además yo acoto que tranquiliza la tormenta precedente, como para que uno no guarde la metralleta pero sí haga con ella un ademán de esperanza.

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No hay una sola palabra en Méritos y Merecimientos que esté siquiera unos décima más abajo de la unidad con la que se miden los méritos respecto a las demás. Por eso no transcribo ni un parrafito porque hay que escucharla toda y aprenderla de memoria y sentirse de vez en cuando así de impotente y lagrimeante.

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Viene leyendo en el ómnibus cuando en ese programa de F.M. que escucha el chofer y con él todo el público empieza a sonar en vivo Condenado el Corazón de los buitres claro, y en un acto inesperado el chofer le pega media vueltita a la perilla correspondiente y el ómnibus empieza a sonar fuerte fuerte y mira de reojo a la muchacha que está al lado y los labios que están en silencio diciendo malditos tus ojos y el chofer que en el retrovisor dice malditos tus ojos y por un rato no lee ni escucha vendedores de pilas, curitas, collares de la suerte y se baja contento y repite (no por repetido menos anecdótico dijera un amigo) aguante el rocanrol.

Yo arrastre mi cuerpo hasta verlo sangrar
solo por arrancarte de mi piel
pero un conjuro de tus labios me envolvió
caí y jure ya no volverte a ver

(...)

Quise evitar la fiebre de tu piel
y ahora que estas aquí no me puedo mover

Malditos tus ojos
tienen condenado el corazón
al juego de su luz


(Buitres después de la Una - Condenado el corazón)

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