miércoles, setiembre 16, 2009

San Pablo

En San Pablo vio helicópteros. Vio seres viviendo bajos los puentes cuando pasaba. Vio tormenta. Vio a la marginal Tietê en obras y miles de automóviles, camiones, omnibuses mirándose unos a otros con paciencia. Vio estadios, un shopping, dos enormes supermercados. Y tal vez desde el avión vea más de esa ciudad tan gris que, en su segundo intento, tampoco logró mostrarle nada.
***
Brasil es diferente y un poco ajeno. Los brasileros son alegres, pero otros. En realidad no lo sabe.
***
También hay en San Pablo muchos edificios. Lo que no encontró fue brillo.

A pintarte las ojeras, y pedirte que no llores.



En Montevideo hay poetas, poetas, poetas
que sin bombo ni trompetas, trompetas, trompetas
van saliendo de recónditos altillos, altillos, altillos
de paredes de silencio de redonda con puntillos.

Salen de agujeros mal tapados, tapados, tapados
y proyectos no alcanzados, cansados, cansados
que regresan en fantasmas de colores, colores, colores
a pintarte las ojeras, y pedirte que no llores.

Tienen ilusiones compartidas partidas partidas
pesadillas adheridas heridas heridas
cataratas de palabras confundidas fundidas fundidas
a su triste paso lento por las calles y avenidas.

No pretenden glorias ni laureles, laureles, laureles
solo pasan a papeles, papeles, papeles,
experiencias totalmente personales, zonales, zonales
elementos muy parciales que juntados no son tales.

Hablan de la aurora hasta cansarse, cansarse, cansarse
sin tener miedo a plagiarse, plagiarse, plagiarse
nada de eso importa ya mientras escriban, escriban, escriban
su mania su locura su neurosis obsesiva.

Andan por las calles los poetas poetas poetas
como si fueran cometas, cometas, cometas
en un denso cielo de metal fundido, fundido, fundido
impenetrable, desastroso, lamentable y aburrido.

En Montevideo hay biromes, biromes, biromes
desangradas en renglones, renglones, renglones
de palabras retorciéndose confusas, confusas, confusas
en delgadas servilletas como alcohólicas reclusas.

Andan por las calles escribiendo y viendo y viendo
lo que ven lo van diciendo y siendo y siendo
los poetas a la vez que se pasean, pasean, pasean
van contando lo que ven, y lo que no, lo fantasean.

Miran para el cielo los poetas, poetas, poetas
como si fueran saetas, saetas, saetas
arrojadas al espacio que un rodeo, rodeo, rodeo
hiciera regresar para clavarlas en Montevideo


(Leo Masliah - Biromes y servilletas)