Bien, bien. Como los monos de Borges. Nada que decir. No, nada que expresar. ¿Cuánto cuesta ser el mensajero de la buena vista? No pierde su costumbre de estar más allá de la derrota. Rascando su cabeza, otra vez los monos. Haciendo preguntas cada vez más profundas al mirar por la ventanilla, distraído, disperso. ¿Cuántos hay afuera? ¿En qué piensan? ¿Qué da la suma de todo el mundo? Constante en su creencia de que no hay una respuesta esperando en ningún lado. Resistiendo a la fácil tentación del esceptisimo, o del misticismo. Pero tan preso como todos. Que no haya respuestas no inhibe las preguntas. El único objetivo que realmente vale la pena es propagar la nada, y poner el esfuerzo en ello, sabiendo que es sólo por hacerlo. Todo lo demás es pérdida de tiempo, más o menos agradable, más o menos fútil. Jugar con las palabras, con los números, con causas y consecuencias, con sesgos, con fórmulas. Confiando en lo pequeño, buscando la esencia, pongamos, en un parque, en un rayo de sol, un libro, una mujer, unos niños. Haciendo trascender la nada, viendo hacerla trascender por otros. Todo local, aquí, a la vuelta. De aquí para allá, allá cerquita.
Escéptico, no: pesimista.
martes, diciembre 22, 2009
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4 comentarios:
Realista, para mi gusto. ¿No, viejo?
pelale lo de "rayo de sol". El resto dejalo así.
Ah, yo creo que hay están las respuestas, sólo que no se pueden contar.
Eso es un problema para algunas almas.
i shin den shin
Lo que pasa que lee a los franceses incorrectos. Lea a Papus, a René Guénon. O mejor no lea franceses.
Igual veo que lo pasa bien.
Y hasta creo que ha explicado el tema, recurrente en Borges, de cuando soñamos y cuando vigilamos.
rayo de sol desentona, es cierto
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