Mientras todo el mundo anda por ahí diciendo por qué sus nostalgias son mejores que las otras (como hace Benito en su último post, que no está bien, y como hace circe, que tampoco, y como hace jahey que está mejor, bastante mejor, pero muy por debajo de sí mismo, y refiero al post del mono, que no me gusta pero reconozco), yo prefiero hacer lo que hago siempre: comentar cosas que sólo me interesan a mí, para que quienes esto leen sepan en qué ando, sin esperar nada que les interese, porque son todos ellos muy egocéntricos o yo lo soy o andá a saber.
El viernes pasado fuimos con Verónica a ver El barbero de Sevilla al teatro Solís. Es bueno tener a mi edad una experiencia de esas, que le hacen preguntarse qué puta estaba haciendo hasta ahora y cuándo es la próxima ópera, que quiero ir, porque esto es como un género óptimo, y porque tengo que ir a ver una tragedia ya, Turandot digamos, nessun dorma. Baste decir que cuando Rosina cantaba Una voce poco fa me embargaba esa emoción que sólo los Redondos, o Fernando Cabrera podían transmitirme... y probablemente con creces. Y estamos hablando de una comedia..
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Está complicado lidiar con Deathproof, ese rotundo fracaso de Tarantino. Esta terminando por concluir que era una porquería, que no eran más que mujeres haciendo diálogos de Tarantino, que no pegaban mucho, que no eran más que referencias y autorreferencias con una música excelente como siempre, con Kurt Russell haciendo en forma perfecta un personaje horrible, y las chicas sin aristas y la película es peliculita, hasta que el final me hizo ver que todo era para algo y que al final sigo del lado de Tarantino, que es mucho más mucho más inteligente que sus críticos (por no hablar de sus fanáticos, como yo). Deathproof es, al final, una película fallida, igual que Del crepúsculo al amanecer, pero fallida con gracia, tal vez con más gracia que Del crepúsculo al amanecer.
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Después muy bien John Cusack en Grosse Pointe Blank, y la mina también. Y la hermana Joan también. The filth and the fury merece ser visto por los Pistols pero no sé si por Temple.
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Libro interesantes: All of statistics, lo estaba buscando hace tiempo, justo a mi alcance. Por el costado de Swan, probablemente me lleve años, pero estará ahí esperando. Releí El hombre que fue Jueves, y (vaya) tuve nostalgia de cuando lo leí por primera vez, descubriendo por primera vez esa sensación magnífica de saber que uno está frente a algo que trasciende, que está del otro lado de esa línea. Algo único. Últimamente Visualizing data, un libro de un tal Ben Fry que no es gran cosa, pero me está enloqueciendo lo que puede llegar a ser.
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Están dando en Montevideo Huis clos, uno de los pocos libros que tengo esperando ser comprados de Sartre. A ver si voy.
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No sé por qué no tengo nada de decir de mi periplo con escalas y sin amigos. Tal vez una recomendación: cuando vayan a un museo, no recorran secuencial. Vayan a lo que más les llama la atención de entrada. Y después deambulen. Creo que paga.
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Esta foto es de uno de los lugares situaciones más hermosos que he visto:
La foto no es buena, pero busquen un día la calle Mira el río baja y la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo, en el Rastro, un domingo, y tal vez nostalgien de mí.
lunes, agosto 24, 2009
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1 comentario:
Yo que sé, Rodia, nostalgia era la de antes...
Y sí, me parece que esa es la mejor manera de recorrer los museos, leer libros y buscarse un percanto.
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