Escucho
en la escollera tomé a la izquierda
hasta la calle Cuñaipiró
intermitente la fortaleza
con su guiñada me iluminó.
adolescente la fortaleza
de una mirada me encandiló
Los rayos bajan caricias
huidas de la razón
el brillo de la avenida
parece un caparazón
capaz que debajo anida
un juego del corazón
y ocupó mi corazón
reto a quien quiera a encontrar en cualquier literatura tan buena relación entre sencillez y expresión. Y tanta montevideanidad.
jueves, enero 20, 2005
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