Tenía hace tiempo ganas de escribir, más que nada para despuntar el vicio, porque esto de la blogosfera ya, indudablemente, fue. Citar alguna cosa de lo poco que he leído últimamente, u obligatoriamente mencionar alguna cosita de Japón, pero cuando venía se subieron al ómnibus un pibe (un menor) y un adulto, que cantaron con una frescura sorprendente esta canción, y salimos con Valentina sonriendo ambos y entonces, como una experiencia artística es combinación de valor estético y disponibilidad perceptiva, les dejo una huella para que quede acá, para nadie.
miércoles, agosto 01, 2012
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