Homer: You look at this table, and what do you see? Just a table. Now a creative person like me looks at this table and sees all kinds of creative things. But no tables!
Marge: Homer, that's not a table, that's our dryer.
Homer: Aah! My files! (opens the dryer, and several pieces of paper come flying out)"
Perfecto.
martes, octubre 30, 2007
jueves, octubre 25, 2007
Tres libros
Este es un blog de libros, no de viajantes noveleros.
Kurt Vonnegut, Matadero 5 (puta! me olvidé de devolvérselo a Diego): un muy buen libro. Pero ta. Me gustó más Buena puntería. Tiene una gran virtud, eso sí: es un libro que parece que uno ya hubiera leído antes.
John Kennedy Toole, La conjura de los necios: no creo que lo termine porque se me termina la estadía y leo a un ritmo apaciguado. Fácilmente calificable de obra maestra. Un delirio al que cuesta adaptarse un poquito, pero que, en ritmo, te puede hacer llorar de la risa.
Leí un librito Talk to the Snail: Ten commandments for understanding the French, en un suspiro y que me dio mucha gracia.
***
Era evidente que la presión constante de aquella música les había creado una reacción casi pavloviana al ruido, reacción que creían ya un placer. Como he pasado incontables horas de mi vida viendo a esos niños corrompidos de la televisión bailando al ritmo de tal género de música, conocía el espasmo físico que podía producir en teoría, e intenté allí mi propia versión conservadora del mismo, para pacificar aún más a los obreros. He de admitir que mi cuerpo se movió con sorprendente agilidad; no carezco de un cierto sentido innato del ritmo, sin duda mis ancestros debieron destacar bailando en las praderas y páramos del a Hiberna legendaria. Ignorando las miradas de los trabajadores, comencé a dar vueltas bajo uno de los altavoces gritando, contorsionándome y mascullando localmente "¡Adelante! ¡Hazlo, muchacho, hazlo!, ¡Escuchad lo que voy a deciros! ¡Buf!". Me di cuenta de que había recuperado terreno cuando varios obreros empezaron a señalarme y a reírse. Me reí a mi vez para demostrar que compartía su alegría. De Casibus Virorum Illustrium!. ¡De la Caída de los Grandes Hombres ! Se produjo mi caída. Literalmente. Mi peculiar organismo, debilitado por las vueltas (sobre todo en la región de las rodillas), se sublevó al fin y caí a plomo al suelo en mi insensata tentativa de ejecutar uno de los pasos más egregiamente perversos, uno que había visto muchas veces en la televisión
(John Kennedy Toole - La conjura de los necios)
Kurt Vonnegut, Matadero 5 (puta! me olvidé de devolvérselo a Diego): un muy buen libro. Pero ta. Me gustó más Buena puntería. Tiene una gran virtud, eso sí: es un libro que parece que uno ya hubiera leído antes.
John Kennedy Toole, La conjura de los necios: no creo que lo termine porque se me termina la estadía y leo a un ritmo apaciguado. Fácilmente calificable de obra maestra. Un delirio al que cuesta adaptarse un poquito, pero que, en ritmo, te puede hacer llorar de la risa.
Leí un librito Talk to the Snail: Ten commandments for understanding the French, en un suspiro y que me dio mucha gracia.
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Era evidente que la presión constante de aquella música les había creado una reacción casi pavloviana al ruido, reacción que creían ya un placer. Como he pasado incontables horas de mi vida viendo a esos niños corrompidos de la televisión bailando al ritmo de tal género de música, conocía el espasmo físico que podía producir en teoría, e intenté allí mi propia versión conservadora del mismo, para pacificar aún más a los obreros. He de admitir que mi cuerpo se movió con sorprendente agilidad; no carezco de un cierto sentido innato del ritmo, sin duda mis ancestros debieron destacar bailando en las praderas y páramos del a Hiberna legendaria. Ignorando las miradas de los trabajadores, comencé a dar vueltas bajo uno de los altavoces gritando, contorsionándome y mascullando localmente "¡Adelante! ¡Hazlo, muchacho, hazlo!, ¡Escuchad lo que voy a deciros! ¡Buf!". Me di cuenta de que había recuperado terreno cuando varios obreros empezaron a señalarme y a reírse. Me reí a mi vez para demostrar que compartía su alegría. De Casibus Virorum Illustrium!. ¡De la Caída de los Grandes Hombres ! Se produjo mi caída. Literalmente. Mi peculiar organismo, debilitado por las vueltas (sobre todo en la región de las rodillas), se sublevó al fin y caí a plomo al suelo en mi insensata tentativa de ejecutar uno de los pasos más egregiamente perversos, uno que había visto muchas veces en la televisión
(John Kennedy Toole - La conjura de los necios)
El francé
Es bastante fácil, en Paris, dejarse encandilar por las luces de la ciudad. Bueno, es probable que la expresión venga de ahí, o merecería. Uno quiere inmediatamente adquirir la prosodia, torcer la mandíbula como corresponde, cargarse al hombro los mil años de historia, los cien años de belleza. Pertenecer. Entonces, los no contaminados nos reímos del intento, tan inocente y que seguramente cambiará en un tiempo, o no, andá a saber.
El tipo no.
No es el caso. El tipo es un francé que vino a dar a esta ciudad (bastante francesa en muchas cosas, ya vendrá al caso) y que está buscando aquella ciudad. Lugar. Su comportamiento lo delata (no es difícil, se enorgullece de su ser). Una segura visión de que la forma hace a la esencia, típico comportamiento francés que a primera vista parece pura afectación, pero que viniendo de quienes supieron voltear a Luis y a María Antonieta, bueno, revisemos la idea. Es algo más. Es la búsqueda de conservar algo. Andá a saber si vale la pena, pero vale la pena.
Después, el esfuerzo por conservar la cultura. Emitir esos ruidos con propiedad al hablar, intentando conservar lo correcto. El tipo corre con desventaja, hasta se resigna a veces, pero constantemente lo intenta. No por pertenecer, sino por ser. Vale.
Tiene hasta lo peor del francés. Es capaz de sonreír socarronamente, y soltar el ¿Primera vez en París, verdad? ante dos extraños que eran realmente idiotas, que eran capaces de llegar a esa ciudad donde el metro termina doce y media a las doce, sin lugar dónde ir, y esperando que un conserje de hotel les dijera donde está otro hotel, como si fuera en la Comercial. Pero que además tenían veinte años, diosmío! Siempre se es idiota a esa edad. Pero el francé no perdona el desliz, y gestiona odio de los involucrados.
Lo que no me queda claro es si el haberse comportado como un anfitrión perfecto con un huésped absolutamente desalineado con los principios anteriores y probablemente algunos otros de simple humanidad; el haber pacientemente esperado esos primeros días en los que el otro no sabía ni comprar un "carnet pour Paris", ni comunicarse con su entorno; el hacer de traductor en casos de cirugía mayor; el de hacer de guía, asesor y orientador en una ciudad que los necesita, juro que los necesita; si todo eso es de francé o de buena gente. Lo que sé es que al francé le debo una, que probablemente nunca pague, porque no estaré a su altura. O sí, anda a saber.
[El problema que tienen ustedes aquellos que consideran que esto es poesía barata, enumeración apoética de virtudes en un simple devolver gentilezas, es que simplemente no entienden en qué consiste la vida. Yo sí. Traten de no joderme].
El tipo no.
No es el caso. El tipo es un francé que vino a dar a esta ciudad (bastante francesa en muchas cosas, ya vendrá al caso) y que está buscando aquella ciudad. Lugar. Su comportamiento lo delata (no es difícil, se enorgullece de su ser). Una segura visión de que la forma hace a la esencia, típico comportamiento francés que a primera vista parece pura afectación, pero que viniendo de quienes supieron voltear a Luis y a María Antonieta, bueno, revisemos la idea. Es algo más. Es la búsqueda de conservar algo. Andá a saber si vale la pena, pero vale la pena.
Después, el esfuerzo por conservar la cultura. Emitir esos ruidos con propiedad al hablar, intentando conservar lo correcto. El tipo corre con desventaja, hasta se resigna a veces, pero constantemente lo intenta. No por pertenecer, sino por ser. Vale.
Tiene hasta lo peor del francés. Es capaz de sonreír socarronamente, y soltar el ¿Primera vez en París, verdad? ante dos extraños que eran realmente idiotas, que eran capaces de llegar a esa ciudad donde el metro termina doce y media a las doce, sin lugar dónde ir, y esperando que un conserje de hotel les dijera donde está otro hotel, como si fuera en la Comercial. Pero que además tenían veinte años, diosmío! Siempre se es idiota a esa edad. Pero el francé no perdona el desliz, y gestiona odio de los involucrados.
Lo que no me queda claro es si el haberse comportado como un anfitrión perfecto con un huésped absolutamente desalineado con los principios anteriores y probablemente algunos otros de simple humanidad; el haber pacientemente esperado esos primeros días en los que el otro no sabía ni comprar un "carnet pour Paris", ni comunicarse con su entorno; el hacer de traductor en casos de cirugía mayor; el de hacer de guía, asesor y orientador en una ciudad que los necesita, juro que los necesita; si todo eso es de francé o de buena gente. Lo que sé es que al francé le debo una, que probablemente nunca pague, porque no estaré a su altura. O sí, anda a saber.
[El problema que tienen ustedes aquellos que consideran que esto es poesía barata, enumeración apoética de virtudes en un simple devolver gentilezas, es que simplemente no entienden en qué consiste la vida. Yo sí. Traten de no joderme].
jueves, octubre 18, 2007
Vayan
Tengo dos posts (al menos) en el tintero, y muy poco tiempo para escribirlos debido al tembladeral del retorno. Tembladeral es una palabra totalmente inadecuada, porque su uso habitual es diferente al que pretendo en la frase anterior. Vuestro problema. El asunto es que hoy quiero decir solamente esto:
Pequeña Orquesta Reincidentes
Montevideo, jueves 22 de Noviembre, 21 Hs - Sala Zitarrosa
presentación de sus dos últimos trabajos Traje y Capricho
Entradas en venta por RED UTS y en la Sala a partir del lunes 22 de octubre
Anticipadas hasta el 21 de nov = $ 250.- Dia del show = $ 280.-
Unica función - Capacidad limitada
Vayan.
Pequeña Orquesta Reincidentes
Montevideo, jueves 22 de Noviembre, 21 Hs - Sala Zitarrosa
presentación de sus dos últimos trabajos Traje y Capricho
Entradas en venta por RED UTS y en la Sala a partir del lunes 22 de octubre
Anticipadas hasta el 21 de nov = $ 250.- Dia del show = $ 280.-
Unica función - Capacidad limitada
Vayan.
viernes, octubre 12, 2007
Despedida
- Ves? El Sena, elegí la orilla. Querés la izquierda? Caminá. Entrá al Musée d'Orsay y fijate. Fijate lo que hay. Está Manet, está Rodin, está Van Gogh. Seguro que hasta un ignorante como vos los conoce. Querés la derecha? Cruzá nomás. Fijate las Tullerías de noche. Ya las viste de día. Ahora mirá la Concorde. Fijate, allá, arriba, la bandera de Francia. No sabías que existía? Petit Palais, se llama. Fijate como brilla esa bandera, como se marca en la noche. Cruzá, dale. Es lindo el puente, no? Cualquier puente es lindo, mirá los barcos. Seguí seguí... fijate, llegaste a les Champs Elysées. Qué movida, no? Mira, mirá, ves ese restaurante? Bueno, estás en unos de los puntos más chic del mundo. Podés temblar, no te avergüences, a todos les pasa.
Y yo:
- Eso? Mágica eso.
Y yo:
- Eso? Mágica eso.
martes, octubre 09, 2007
Ester Píscore
Um. Es difícil escribir sobre Dublín. Les cuento y aclaro al final, o no. Andá a saber.
***
Curiosamente, cuando en París hace semana y media que no sale el sol y más que no está lindo, llego (con un trío más) a Dublín y un sol igualito al que recibió a mi llegada a París, y que después se volvió tan poco macanuda, en lo que a tiempo (que no clima, clima es otra cosa, manga de burros) se refiere. Dublín, que puede lloverte igual por cincuenta días, me han dicho, motivo por el cual los parques son bien verdes, como los ingleses, pero capaz que más.
***
Mucho escritor famoso en Irlanda. Joyce, Swift, Bernard Shaw, Samuel Beckett (que según javier es el mejor porque escribió en francés: pedazo de un filogalo, o como puta se diga). Y por supuesto Oscar Wilde. Qué ficha Oscar Wilde, en algún momento ampliaremos.
***
Dublín parece Montevideo. Chica, sin muchas aristas escarpadas, pero (o tal vez por ende) con una dimensión humana bastante interesante. Con una arista definida: la cerveza. No soy un trotamundos, pero me cuesta creer que haya algún lugar donde los pubs estén tan buenos. Llenos de seres de tamaño respetable la mayoría, de edad respetable buena parte, ingiriendo litros de cerveza, y mutándolos en actitud. Como varios mercados del puerto, pero sin la lamentable voluntad de mostrarse que hace que tal lugar me resulte inhabitable, con perdón.
***
No llego a 70 kilos. Viene un tipo de aproximadamente el doble de mi peso, tiene que pasar entre yo y más gente, y con una mano roja y enorme me toca el hombro con cuidado, y "Sorry". Me corro, pasa con cuidado entre nosotros, como con miedo de su potencial destructivo, y luego "Thank you". Y sigue a los gritos cantando, haciendo caras a los que pasan, y probablemente yendo a buscar más cerveza. Así son los irlandeses. Y no tengo, en tres días, excepciones para contar.
***
Cuando llegamos al aeropuerto, el taxista, como despedida, me dice: "God bless you". Me había olvidado. This is Ireland.
***
No sé. No me hagan mucho caso. Estaba rodeado de amigos que hacía tiempo no veía y eso sesga la percepción alevosamente. Capaz que Dublín es una porquería, pero a mí se me hizo un lugar en el mundo. Porque ya saben aquello de lo esencial, lo invisible y los ojos.
Lo del título.
***
Curiosamente, cuando en París hace semana y media que no sale el sol y más que no está lindo, llego (con un trío más) a Dublín y un sol igualito al que recibió a mi llegada a París, y que después se volvió tan poco macanuda, en lo que a tiempo (que no clima, clima es otra cosa, manga de burros) se refiere. Dublín, que puede lloverte igual por cincuenta días, me han dicho, motivo por el cual los parques son bien verdes, como los ingleses, pero capaz que más.
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Mucho escritor famoso en Irlanda. Joyce, Swift, Bernard Shaw, Samuel Beckett (que según javier es el mejor porque escribió en francés: pedazo de un filogalo, o como puta se diga). Y por supuesto Oscar Wilde. Qué ficha Oscar Wilde, en algún momento ampliaremos.
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Dublín parece Montevideo. Chica, sin muchas aristas escarpadas, pero (o tal vez por ende) con una dimensión humana bastante interesante. Con una arista definida: la cerveza. No soy un trotamundos, pero me cuesta creer que haya algún lugar donde los pubs estén tan buenos. Llenos de seres de tamaño respetable la mayoría, de edad respetable buena parte, ingiriendo litros de cerveza, y mutándolos en actitud. Como varios mercados del puerto, pero sin la lamentable voluntad de mostrarse que hace que tal lugar me resulte inhabitable, con perdón.
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No llego a 70 kilos. Viene un tipo de aproximadamente el doble de mi peso, tiene que pasar entre yo y más gente, y con una mano roja y enorme me toca el hombro con cuidado, y "Sorry". Me corro, pasa con cuidado entre nosotros, como con miedo de su potencial destructivo, y luego "Thank you". Y sigue a los gritos cantando, haciendo caras a los que pasan, y probablemente yendo a buscar más cerveza. Así son los irlandeses. Y no tengo, en tres días, excepciones para contar.
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Cuando llegamos al aeropuerto, el taxista, como despedida, me dice: "God bless you". Me había olvidado. This is Ireland.
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No sé. No me hagan mucho caso. Estaba rodeado de amigos que hacía tiempo no veía y eso sesga la percepción alevosamente. Capaz que Dublín es una porquería, pero a mí se me hizo un lugar en el mundo. Porque ya saben aquello de lo esencial, lo invisible y los ojos.
Lo del título.
martes, octubre 02, 2007
Macbeth y el Partenón
Tengo que volver a Londres, e ir a ver Shakespeare. No fui al 10 de Dowing Street, ni a la casa de Sherlock Holmes.
***
Trafalgar Square. Los turistas se suben a los leones que rodean la columna de Nelson, para sacarse fotos. Inimaginable en París, obvio en Londres, donde los turistas son compañeros de copas más que invasores. Lo vi varias veces. En el único lugar donde vi un cartelito de no subir fue en la estatua de Newton en la British Library. Y seguro, si te caés de ahí te vas a pegar fuerte.
***
Tengo que volver a Londres a sentarme un rato en Hyde Park, en Green Park, los Victoria Embankment Gardens. En las playeras. Están locos. Muy linda la National Portrait Gallery. Hay una foto de Lady Di que me dio cosa, y eso que a mí ni fu ni fa. Es lo que tienen los buenos retratos.
***
No voy a cometer la falta de respeto de describir con palabras cómo es la speaker's Corner de Hyde Park. Es demasiado delirante. Creo que ya comenté que están locos.
***
No fui a la Abadía de Westminster. Ni a ninguna de las Tate, ni a la Torre de Londres. Y no me subí (ni pienso hacerlo) a ese mamotreto horrible que se llama London's Eye.
***
Los parques ingleses son tan lindos como los franceses pero más... ingleses. Salvo los de Buckingham Palace, que tiene más flores. Ya comenté de los Victoria Embankment Gardens? Ah, sí, comenté.
***
El reconstruido The Globe está demasiado reconstruido. Igual la visite está muy bien, pero mejor deben haber estado esas actuaciones en pleno día y a los gritos. Qué grande el amigo Shakespeare. Varias fotos saqué. Tengo que volver a Londres a ver una obra ahí. Ahí me dijo ataque de souvenirismo. Casi me compro un gorro de Groundlin. Y me compré bucito de la damn spot de Macbeth. Vieron cómo es esto.
***
De nochecita me tomé el Tube y aparecí en Leicester Square. Chinatown. Piccadilly Circus. Teatros anunciando Macbet. Los Monty Phyton haciendo Spamalot. Bares con gente con cerveza. Fue en el único momento que me sentí triste: por estar solo.
***
Houses of Parliament: visita guiada que me sirvió, sobre todo, para ver cómo manejan con un poco de ironía esa dualidad que fácilmente se representa con la Cámara de los Lores y la Reina, y la Cámara de los Comunes.
***
El Soho es un reflejo. Cabarutes y teatros y restaurantes y Sex Shops. Todos juntos. En armonía. Son tan civilizados, los ingleses. Con razón son tan imperialistas: les parece natural. Me imagino.
***
Hay una cultura del subterraneo (el Tube), que puede resumirse en Mind the Gap. Dato: terrible invento la 3-day Travelers Card. Canilla libre de subte por tres días. Un problema menos. Qué invento le mètro. Digo, The Tube.
***
El sábado llovió y fui a la British Library. Asombrosa. Está el Primer Folio de Shakespeare, cuadernos del fenómeno de Leonardo, grabaciones de The Beatles, y las partituras originales del Mesías, de Haendel.
***
El British Museum no me copó muchísimo. Está la Piedra Rosetta (robada), medio partenón (robado) y muchísimas cosas más (casi todas robadas, supongo, es fácil extrapolar). La principal observación que uno se hace al recorrer esos pasillos es: Cómo se afanaron todo estos hijos de mil putas, por Dios! No dejaron momia con Cabeza! Se trajeron el Partenón al hombro. Ellos dicen que para preservarlo. Seguro.
***
Trafalgar Square. Los turistas se suben a los leones que rodean la columna de Nelson, para sacarse fotos. Inimaginable en París, obvio en Londres, donde los turistas son compañeros de copas más que invasores. Lo vi varias veces. En el único lugar donde vi un cartelito de no subir fue en la estatua de Newton en la British Library. Y seguro, si te caés de ahí te vas a pegar fuerte.
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Tengo que volver a Londres a sentarme un rato en Hyde Park, en Green Park, los Victoria Embankment Gardens. En las playeras. Están locos. Muy linda la National Portrait Gallery. Hay una foto de Lady Di que me dio cosa, y eso que a mí ni fu ni fa. Es lo que tienen los buenos retratos.
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No voy a cometer la falta de respeto de describir con palabras cómo es la speaker's Corner de Hyde Park. Es demasiado delirante. Creo que ya comenté que están locos.
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No fui a la Abadía de Westminster. Ni a ninguna de las Tate, ni a la Torre de Londres. Y no me subí (ni pienso hacerlo) a ese mamotreto horrible que se llama London's Eye.
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Los parques ingleses son tan lindos como los franceses pero más... ingleses. Salvo los de Buckingham Palace, que tiene más flores. Ya comenté de los Victoria Embankment Gardens? Ah, sí, comenté.
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El reconstruido The Globe está demasiado reconstruido. Igual la visite está muy bien, pero mejor deben haber estado esas actuaciones en pleno día y a los gritos. Qué grande el amigo Shakespeare. Varias fotos saqué. Tengo que volver a Londres a ver una obra ahí. Ahí me dijo ataque de souvenirismo. Casi me compro un gorro de Groundlin. Y me compré bucito de la damn spot de Macbeth. Vieron cómo es esto.
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De nochecita me tomé el Tube y aparecí en Leicester Square. Chinatown. Piccadilly Circus. Teatros anunciando Macbet. Los Monty Phyton haciendo Spamalot. Bares con gente con cerveza. Fue en el único momento que me sentí triste: por estar solo.
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Houses of Parliament: visita guiada que me sirvió, sobre todo, para ver cómo manejan con un poco de ironía esa dualidad que fácilmente se representa con la Cámara de los Lores y la Reina, y la Cámara de los Comunes.
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El Soho es un reflejo. Cabarutes y teatros y restaurantes y Sex Shops. Todos juntos. En armonía. Son tan civilizados, los ingleses. Con razón son tan imperialistas: les parece natural. Me imagino.
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Hay una cultura del subterraneo (el Tube), que puede resumirse en Mind the Gap. Dato: terrible invento la 3-day Travelers Card. Canilla libre de subte por tres días. Un problema menos. Qué invento le mètro. Digo, The Tube.
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El sábado llovió y fui a la British Library. Asombrosa. Está el Primer Folio de Shakespeare, cuadernos del fenómeno de Leonardo, grabaciones de The Beatles, y las partituras originales del Mesías, de Haendel.
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El British Museum no me copó muchísimo. Está la Piedra Rosetta (robada), medio partenón (robado) y muchísimas cosas más (casi todas robadas, supongo, es fácil extrapolar). La principal observación que uno se hace al recorrer esos pasillos es: Cómo se afanaron todo estos hijos de mil putas, por Dios! No dejaron momia con Cabeza! Se trajeron el Partenón al hombro. Ellos dicen que para preservarlo. Seguro.
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